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  • Puebla de Sanabria

Murallas

Se construyó a la par que el primer castillo una cerca murada (siglos XII y XIII) con mampostería de lajas en hiladas roscas, con mortero de cal y arena en sus lienzos orientales.

Sus muros tenían una anchura de  metro y medio, formando una planta poligonal irregular con tendencia a ovalada. Sus máximas cotas se extendían en el eje norte-sur con 600 m., y en el eje este-oeste con 150 m. abarcando una superficie aproximada de 8 has.
Esta planta, que partía de los muros orientales, cerraba únicamente el caserío localizado junto a éste, era la zona más septentrional del actual casco urbano, perfectamente dibujada a través del moderno trazado vial y urbano.

Este recinto se defendía por varios cubos y torres cuadradas dispuestas irregularmente a lo largo de todo el perímetro de la cerca. De aquellos cubos y torres hoy nada queda en pie. Contó con dos puertas de acceso, la conocida como de Enmedio o de la Villa y la Principal, luego conocida como de Sanabria. La primera, se protegía con dos torres cuadradas, y se localizaba hacia el sureste del recinto, en la actual Calle Rúa, junto a la Plaza de Armas.
Esta puerta comunicaba directamente con el arrabal de Abajo y de ella absolutamente nada queda. La segunda puerta, de la que tampoco quedan restos, se abrió hacia el noroeste, cerca del castillo, según muestran planos del siglo XVIII, y también contó con dos torres de defensa.

Éste primer recinto reformado a lo largo de la Edad Media, sería posteriormente agrandado en sus extremos norte y sur. Así, en el siglo XVII, entabladas las guerras con Portugal, se decide la ampliación y modernización de las cercas de Puebla de Sanabria, acondicionándolas para las circunstancias de la época. Englobado el barrio de Abajo en el nuevo perímetro de la cerca de planta estrellada, ésta se acondicionó con taludes y troneras para artillería.
Su planta ahora alargada se levantó a base de mampostería concertada, protegida con defensas abaluartadas que se superpusieron a las torres y cubos medievales, lo que favoreció en gran medida su desaparición. En este nuevo recinto se abrieron otras puertas, alguna reforzando las ya existentes. Hacia el este se edificó la puerta de San Francisco. En el extremo sur se abrió la nueva puerta del Arrabal, frente al desaparecido fuerte de San Carlos.

En la zona suroeste había además una poterna, visible aún en los planos del siglo XVIII. En la zona norte de las murallas se levantó un fuerte muro de mampuesto y sillería como refuerzo de la cerca, y en ese muro, frente a la antigua Principal se abrió otra en callejón, de 15 m. de longitud, 3 de anchura y casi 4 de altura. Esta puerta, formada por dos fuertes muros perpendiculares a la muralla, debió estar abovedada (Gutiérrez González, 1995: 62, 362), y es de todas las existentes en el recinto de Puebla de Sanabria, la única conservada.
Frente a ella un puente salvaba y aún lo hace el foso que se excavó en la roca, comunicándose ahí con el"Camino Viejo" que superaba las posteriores cercas estrelladas. Hoy día pueden verse con claridad un buen número de las reformas llevadas a cabo en aquellos años sobre las murallas de la villa, así puede verse la plataforma en talud localizada al sur del castillo, conocida como de los Portugueses, en la que todavía aparece una pequeña garita de buena sillería.

Se mantienen en pie un notable número de lienzos de las murallas de Puebla de Sanabria, principalmente junto al castillo, en el E y N del recinto, aunque existen vestigios de relativa importancia diseminados y ocultos entre las casas hacia el oeste y el centro de la villa.
En la Puebla han existido dos recintos defensivos. El primero y más pequeño, el que protegía el caserío cercano al castillo. El segundo comprendió casi toda la meseta, hasta sus rebordes, en la que se extiende el pueblo.
Este último sería completado posteriormente en sus extremos (y algún otro punto exterior) con avances abaluartados. A mediados del siglo XV ya debía de estar construido en buena parte el primer cinturón de murallas. Así se deduce de la toma de posesión por el conde de 1451: "çerro las puertas de la dicha Villa y çerrola con la llauee dellas... e después de çerradas las abrio...".
Y doña María Pacheco nos recuerda que durante su matrimonio con Rodrigo Alonso Pimentel fueron concluidas ya que ambos "ansi mismo... çercaron la villa". Además de su evidente fin defensivo, también empujó a su construcción el deseo de un eficaz control fiscal y contributivo.

En cierto pleito de comienzos del siglo XVI, el conde demostró que estaba en pacífica costumbre de cobrar el portazgo de la villa. Una larga relación de productos fijaba a mediados de siglo dicha contribución. Pocos años después se quejaban los comerciantes que se dirigían a Portugal, de que también a ellos se les obligaba a pagar. Ya se señaló como Felipe II emplazó allí una de las aduanas del puerto seco. En 1562 consta que el arrendamiento del portazgo estaba en 146.000 maravedíes.
Como las gabelas eran pesadas, a fines de dicho siglo los comerciantes prefirieron desviarse por el "camino francés", en perjuicio de la Puebla. El recinto fortificado formaba un semicírculo cuyos extremos enlazaban con el largo muro, casi recto, que defendía el oriente. El análisis del plano de 1722 demuestra que poseía diversas torres circulares y otras cuadradas que en el siglo XVII serían enmascaradas entre las defensas abaluartadas.
En 1739 se decía que estos muros eran de piedra y barro. Al sur destacaba la puerta que comunicaba el barrio alto del pueblo con el bajo. En 1640 Portugal pretendía sacudirse el yugo de los Austrias. La guerra fue larga. Durante los últimos años de Felipe IV la lucha sería enconada y alcanzó de pleno a la zona de la Puebla de Sanabria. Hacia estos años (1660-65) habría que fechar la construcción del segundo recinto. Aunque tampoco resultaría descabellado datarlo inmediatamente después de iniciada la sublevación, pues consta que en 1642 la Puebla era gobierno militar y desde ella se escarmentó a los portugueses haciendo una entrada hasta Braganza con 15.000 hombres y que, con tal ocasión, había sido fortificada.

A comienzos del siglo XVIII la Puebla recobra su pasado valor estratégico. En 1710, aprovechando los apuros del ejército de Felipe V; los portugueses se apoderan de ella. Pero es recuperada a comienzos del año 1716. De 1722 es el primer plano que conservamos de las murallas de la Puebla. Dos años después Juan Bautista Mac Evan trazaba otro con indicación de las obras necesarias para reparar las partes que se habían deteriorado (Simancas M.P. y D. VII-195. G.M., leg. 2.987. Servicio Histórico Militar: 017-360). Hacia 1730 fueron levantadas las Casas del Ayuntamiento.
Diez años después se solicitaba del Rey que los arbitrios concedidos con tal ocasión fueran prorrogados, destinados en adelante a introducir la antigua fuente en la Plaza Mayor pues se hallaba fuera por haberla derruido los portugueses.

Era una obra completamente necesaria no sólo por ser única sino, sobre todo porque la guarnición de la Puebla era crecida y "deviéndose cerrarse las puertas al anochecer, según ordenanza" impedía el abastecimiento de agua a vecinos soldados (A.H.N: Cons. Leg. 5.918). Con ocasión de la Guerra de Independencia, Soult y Massena intentaron ocupar la Puebla. Durante las guerras carlistas el general Morillo defendió la provincia tomando como bases la Puebla y Benavente. Con tal ocasión volvieron a ser reparadas las murallas. Pero sería la última ocasión.